¿Pagará Coca-Cola el lío de comunicación de su ERE?
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"Esta no es mi empresa, no es mi ERE, yo no lo estoy haciendo, lo están haciendo los embotelladores, que son empresas de capital 100% español e independientes de Coca-Cola”. Palabra hace apenas quince días del presidente de Coca-Cola España, Marcos de Quinto, que sin embargo se estaba tomando muchas molestias respecto al conflicto laboral de Iberian Partners, el embotellador único de la popular bebida en España. Bien está que los propietarios de la marca tengan algo que decir –son las ventas las que están en juego-, pero se entienden poco determinadas actuaciones que, según se miren, han rozado la injerencia.
En pleno lío, Efeagro recogía unas declaraciones de De Quinto en las que aseguraba que Iberian Partners saldría a bolsa tras el ERE. "La idea que tenemos es que Iberian Partners salga a cotizar en el mercado español y consiga con eso financiación para entrar en otros países", aseguró. Unas palabras que han provocado estupor en el sector.
Porque una salida a bolsa supone para cualquier empresa un cambio cualitativo y cuantitativo extraordinario. Significa dejar de gestionar de puertas para adentro y hacer para todos los inversores, para el mercado. Y eso exige rentabilidad o, lo que es lo mismo, exprimir la estructura al máximo para ofrecer cuanto más mejor al accionista.
Estratégicamente, el anuncio de De Quinto no ha sido el más afortunado posible. ¿Pretendía sacar del foco el conflicto laboral? ¿Por qué realizó él un anuncio de esta envergadura y no los responsables de la embotelladora con Sol Daurella al frente? El resultado es que si el presidente de Coca-Cola España quería poner a cada empresa en su sitio, lo que ha conseguido es confundir más al personal. Se ha involucrado tanto que resulta imposible separar el grano de la paja.
De Quinto no sólo ha analizado la estructura de las embotelladoras de otros países y ha valorado las condiciones que Iberian Partners ofrece en su ERE, también se ha reunido con los trabajadores de la compañía para mediar en el conflicto. Mientras, en la embotelladora reina el más absoluto de los silencios. Oficialmente, nadie ha salido a dar su versión.
Con quince días por delante para que los trabajadores acepten o no voluntariamente la oferta de la embotelladora, sería deseable que cesara el ruido de valoraciones que no vienen al caso. Sobre todo cuando no salen de la boca que la empresa directamente implicada. Todo lo demás es un enorme error de comunicación.
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